Cuando un niño reprime su naturaleza, ya sea debido a que no es aceptado, protegido y / o amado; o simplemente porque se le educa para sobrevivir y destacar en nuestro competitivo mundo, ese niño esconde, olvida, e incluso llega a rechazar en la edad adulta, su natural sensibilidad. Pero la esencia natural del ser humano, su sensibilidad, sigue viva, muchas veces luchando por salir de su ostracismo. La esencia innata de su alma sobrevive como un ángel dormido.

viernes, 22 de marzo de 2024

UNA VERDADERA APUESTA POR LOS NIÑOS Y LA NIÑEZ


“Todo aquel al que de pequeño pegaron
es vulnerable al miedo,
y todo aquel que de peque no experimentó el amor
a veces lo anhela durante toda su vida”


Alice Miller (1923 – 2010)



Foto de Leo Rivas en Unsplash
Lo que he vivido, lo que he visto, lo que he leído, lo que he hablado, todo ello me lleva a pensar que, efectivamente, a Alice Miller le asiste totalmente la razón al ser tan categórica en sus afirmaciones. Pero debe tenerse en cuenta el filtro que aplica la propia autora, formada en psicología, filosofía y sociología, y especializada en psicoanálisis y en la problemática de la niñez. De la misma forma, no deseo generalizar, y que quienes lean este artículo se sientan cuestionados. Solo es una llamada a la reflexión personal sin prejuicios y, en menor o mayor medida, valiente.

Porque debemos ser valientes en el análisis de la delicada situación de nuestro mundo, algo que no es nuevo y que nos incumbe a todos, de tal forma que podamos indagar sobre su relación con el desapego, el desamor y la violencia hacia los indefensos niños. Alice Miller no reflexiona solo sobre las consecuencias de la violencia ejercida sobre los niños. Yo tampoco. Recalca, y recalco, las importantes y negativas repercusiones del desamor, cuando este se produce. Recomiendo leer detenidamente a Alice y descubrir su sorprendente clarividencia.

El objetivo de la educación nunca debe ser disciplinar al niño en la observancia de exigencias que no contribuyen a su felicidad y que ni siquiera puede entender mínimamente. Un niño está falto de una herramienta tan básica (y tan mal utilizada por los adultos) como la razón y la lógica, pero está suficientemente dotado para entender de emociones y para ser solidario en caso de ser necesario. Es en este plano en el que nos debemos mover con los niños en sus primeros años de vida.

Si queremos conseguir que este mundo sea un lugar donde se reduzca la violencia, del tipo que sea, a su mínima expresión, donde se conviva en armonía con la naturaleza, sin destruirla, y donde el progreso y la riqueza sean bienes mejor distribuidos entre toda la población, considero indispensable que hagamos una clara apuesta por los niños y la niñez, actuando de tal manera que consigamos, al menos, tres cosas imprescindibles: que se les deje ser niños en la niñez, que se vele por su felicidad hasta alcanzar la edad adulta, y que se les permita desarrollar plenamente su personalidad siendo protagonistas de su adolescencia, juventud y desarrollo vital.

Para ello los adultos debemos mejorar sustancialmente en la relación que mantenemos con los niños. Necesitamos reflexionar, y afrontar muy seriamente las razones que están en el origen de los problemas de la humanidad. Necesitamos dejar de mirar para otro lado y tener el coraje de descubrir la realidad tal y como es. Y necesitamos hacer una revisión especialmente seria y profunda de nuestros valores (existentes o inexistentes) y de nuestra ¿destructiva? forma de vida.

Y voy un paso más allá, como siempre: la apuesta debe ser también por alcanzar la “niñez madurada” en los adultos. Eso es lo que más nos ayudará a comprender, aceptar, cuidar y educar adecuadamente a los niños, nuestros y ajenos.


“Pegar a un niño es siempre un maltrato de consecuencias graves
que a menudo duran toda una vida. La violencia padecida
se almacena en el cuerpo del niño y, más tarde, el adulto
la dirigirá hacia otras personas o incluso hacia pueblos enteros,
o bien contra sí mismo, lo que le llevará a depresiones
o a serias enfermedades, a la drogadicción, al suicidio
o a la muerte temprana”


Alice Miller (1923 – 2010)


“¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!”


Federico García Lorca (1898 – 1936) España
De “Canción Otoñal”



Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

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One Hundred Years – New morning
(por One Hundred Years - Tema)



jueves, 7 de marzo de 2024

ENCENDER LA LUZ (DE LA VIDA...)


6. Si en la niñez son los sueños puros y los juegos imaginativos;
si en la juventud construimos castillos de ilusiones y palacios de utopías,
ya adultos sólo aspiramos a conservar, desarrollar y recordar
lo poco bueno que nos dio la vida.


Marco Antonio Campos (1949 - …)
De "Árboles"



Foto de Natalia Sobolivska en Unsplash
Hace ya tiempo, hablando de las contrariedades que encontramos en la vida y de esas decepciones que sufrimos con nuestros sueños, propósitos o personas, proponía que no encontráramos en la renuncia la forma de sanar el dolor, pues la renuncia a lo más bello que somos y podemos ser, es la renuncia a vivir.

Y siguiendo este planteamiento, optaba por hacernos fuertes en la riqueza que siempre nos da la vida, como respuesta a todas las dificultades y desencantos, pues buscar el refugio de no exponernos a los contratiempos siempre nos termina trayendo más desconsuelo a la larga.

Sin duda, no nos damos cuenta de que la valentía, por muchas heridas que lleve aparejada, siempre nos hace más fuertes y nos atrae apoyos, mientras que la soledad del refugio nos va debilitando y encogiendo física, mental, emocional y espiritualmente.

Cuando en nuestra cotidianidad nos empieza a inundar la oscuridad, encendemos la luz. ¡Le damos un toque al interruptor! Nos hacemos visibles y reconocibles. Y deberíamos hacer siempre lo mismo respecto a cuestiones que marcan tanto nuestra vida como la espiritualidad, la emocionalidad, y la vida en común o comunitaria: cuando nos falte la luz no deberíamos acostumbrarnos a la oscuridad, sino que deberíamos iluminar nuestra existencia. ¿Con qué? ¡Con la luz de nuestras convicciones, de nuestra confianza, de nuestros afectos, de nuestra generosidad, por supuesto!

Foto de Diego PH en Unsplash
Y es que, al final, la mejor solución es recurrir a nuestra propia luz interior, y con ella iluminar nuestra vida y la de todos aquellos seres que nos acompañan. Recuperar la ilusión y la ingenuidad (indispensable, pues si no es así, terminamos cayendo en el derrotismo), para vivir sorteando todos los inconvenientes y conflictos; y para disfrutar todo lo que sea posible, con humildad y sencillez.

En resumen, mi propuesta trata de conservar o recuperar el espíritu de nuestra niñez (nuestro ángel dormido), entregarnos a la vida con intensidad, y dar mucha guerra (toda la que podamos, y de la sana) que el alma no tiene edad. Y que las ganas de vivir con esa misma pasión que derrochamos en nuestra niñez, no debería tener fecha de caducidad. Renunciar… ¡¿por qué?!


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

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Luis Álvarez - Anemos (Rework)
(por Luis Álvarez - Tema)



EL DOLOR QUE NO ADMITE HUÍDA…

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