Cuando un niño reprime su naturaleza, ya sea debido a que no es aceptado, protegido y / o amado; o simplemente porque se le educa para sobrevivir y destacar en nuestro competitivo mundo, ese niño esconde, olvida, e incluso llega a rechazar en la edad adulta, su natural sensibilidad. Pero la esencia natural del ser humano, su sensibilidad, sigue viva, muchas veces luchando por salir de su ostracismo. La esencia innata de su alma sobrevive como un ángel dormido.

martes, 27 de junio de 2023

EL VERDADERO VALOR DE UN ABRAZO…


“Si hubieras sido niña rodeada
por todas partes, ay, de soledad,
yo te habría buscado hasta encontrarnos,
hasta ponernos los dos a llorar”


Carlos Sahagún (1938 - 2015)
De “Canción de infancia”



Foto de Vitolda Klein en Unsplash
Cuando era aún un adolescente me ofrecí para ganar un poco de dinero (muy poco…). El trabajo consistía en cuidar durante unas pocas horas en la tarde a la niña de unos conocidos mientras ellos no estaban en casa.

En un principio, el trabajo me pareció muy sombrío. La casa de estos conocidos era una casa antigua, de techos altos y mobiliario que parecía tener siglos. Las ventanas muy cerradas porque molestaban a la abuela de la niña, que también estaba en la casa, siempre en silencio y con una expresión apagada, como si viviera sumergida en sus tristezas.

No estuve allí muchos días, pero la niña no tardó en abrirse a mí. Jugar fue la llave que me permitió franquear la puerta de su corazón, y ganarme su confianza. Jugábamos en el suelo, su territorio. Su juego preferido era imaginar. Le encantaba sumergirse en cuentos o escenarios que ella misma creaba. Y yo me reía a menudo. Y ella se reía, muchas veces al verme a mí, sin comprender…

Creo que fue el segundo día cuando, al verme en la puerta preparado para salir, se echó a mis piernas, y se abrazó a ellas. Su padre la cogió en brazos, pero no debía estar muy convencida porque echaba su cuerpecito hacia mí, con los brazos extendidos.

A partir del tercer día, de la única semana que estuve cuidándola, la niña se echaba a mis brazos en cuanto escuchaba la puerta de la casa. Me agarraba muy fuerte mientras apoyaba su cabeza contra mi pecho. Era muy difícil separarla de mí. Y cuando su padre lo conseguía (pues me rompía el corazón hacerlo yo mismo), iba corriendo a coger su muñeco. Sin reparar en otras motivaciones, yo me sentía muy halagado con tanto cariño.

Pero entonces no comprendía… Y ahora me duele pensar en mi torpeza de entonces, aun siendo aún un inexperto adolescente. Ahora me explico muchas cosas…

A mi niña, ¡mi preciosa y adorable niña!, le encantaba jugar en el suelo porque allí era donde ella y yo nos convertíamos en iguales, donde yo me convertía en un niño como ella. Un niño grande, pero un niño con quien compartir su necesidad de compañía, su necesidad de amor y su necesidad de jugar.

Y jugaba a imaginar por la sencilla razón de que no le gustaba la realidad. La realidad era ese territorio del que quería huir sin cesar. Algo le empujaba a actuar así, y me duele imaginar ahora la razón de su comportamiento.

Y aquel muñeco al que se aferraba mi niña, no era sino su compañero de soledad, al que también daba vida cuando no tenía nadie con quien jugar, y nadie a quien abrazarse. Era el apoyo al que se agarraba con energía para no derrumbarse, y era su manera de decir que necesitaba ser fuertemente abrazada y tiernamente amada. Solo después de muchos años he comprendido por qué, además de abrazarme, lloraba. No era solo de afecto, como yo creía. Era porque se volvía a queda sola.

Mi querida niña del alma, solo ahora he comprendido tu tristeza y tu necesidad. Y me pregunto cuántos niños pasan por una situación similar… y cuántos adultos caemos en la torpeza de no comprenderlo a tiempo... O de no comprenderlo jamás. Y actuar consecuentemente, por supuesto.

[Dado que mi narración está basada en sucesos reales, he cambiado alguno de los hechos vividos sin cambiar la esencia de esta experiencia. Además, he omitido el trágico final de la niña, cuando ya era una mujer]


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

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(original autentificado)



Majent - To believe in tomorrow
(por Majent - Tema)



jueves, 15 de junio de 2023

¿POR QUÉ UN ANGEL DORMIDO? (A MODO DE SIMPLE PRESENTACIÓN)



“Para sentir seguridad en la distancia corta, poder estar tranquilos
en brazos de una pareja, compartir nuestra intimidad con un amigo,
sentirnos cercanos a nuestros hijos y ver a las personas tal como son,
es necesario que hayamos sabido lo que es sentirnos seguros
con las personas que nos cuidaban. Para ello,
hemos de haber sentido que incluso cuando había problemas,
cuando todo parecía ir mal, estaban ahí”

Anabel González (1967 - …)


“Cuando sus gritos no son escuchados, al bebé solo
le queda una posibilidad de ayudarse a sí mismo:
reprimir el dolor. Y ello significa una mutilación de su
alma, pues así se destruye su capacidad de sentir,
percibir y recordar”


Alice Miller (1923 – 2010)



¡Y lo que dice Alice Miller significa renunciar a vivir, por mucho que intentemos disimularlo! Y no solo ocurre con los niños. Lo mismo sucede con los adultos…


Foto de Xavier Mouton Photographie en Unsplash
Si tuviera que buscar la mejor analogía sobre la infancia, diría que es ese periodo en el cual los niños y niñas encajan las piezas que darán forma a su emocionalidad, a su personalidad, a sus valores y a su experiencia de vida. Hay piezas que traen de nacimiento, y otras que van adquiriendo con su experiencia de vida y sus relaciones. Es por eso que los niños son extremadamente vulnerables en esos primeros años de su vida. Y, por extensión, acompañar su vida, y afrontar su educación (léase “aprendizaje para la vida”), resulta especialmente complicado.

En este contexto, no solo sufren los niños sometidos a violencia, abusos, acoso, severidad o negligencia, sino también todos aquellos niños que no encuentran la forma de expresar y construir su esencial personalidad, así como expresar y vivir su peculiar sensibilidad y emocionalidad. Todas estas experiencias pueden tener un efecto negativo para el resto de su vida.

Hay un tercer hecho muy relevante, y es el desapego tan enorme que el ser humano maduro lleva a cabo respecto de su espíritu innato, el que se muestra de forma tan clara y natural en los años de la infancia. Esto supone un notable inconveniente para la salud emocional de los adultos humanos, y una seria limitación para alcanzar su “potencial” de felicidad.

Llamo “el ángel dormido” a ese niño sano, impetuoso y feliz que todos llevamos en potencia desde que nacemos, y que nos acompaña durante toda la vida. Un niño al que deberíamos dar rienda suelta, mantenerlo despierto, vivirlo intensamente, disfrutar de sus impulsos y cuidarlo con esmero. Tanto en la niñez como en la edad adulta, porque de ese niño dependen los mejores momentos de nuestra vida. No se trata de ser un niño en la edad adulta, sino de liberarse de complejos y de vivir con entusiasmo el ser humano que realmente somos.

En este blog pretendo afrontar el complicadísimo reto de tratar todos estos temas, y lo mantendré mientras crea que hay algo destacable que decir. Invitados están todas aquellas personas que puedan enriquecer tan apasionantes temas.

¡Por los niños! ¡Por nuestro ángel dormido!


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Alice Baldwin - Please tell my mum to burn me (Por favor, dile a mi madre que me abrace)
(por Alice Baldwin)



EL DOLOR QUE NO ADMITE HUÍDA…

“Aislarnos o meternos en una actividad frenética puede bajar momentáneamente la intensidad de las emociones difíciles, pero a la larga t...