Cuando un niño reprime su naturaleza, ya sea debido a que no es aceptado, protegido y / o amado; o simplemente porque se le educa para sobrevivir y destacar en nuestro competitivo mundo, ese niño esconde, olvida, e incluso llega a rechazar en la edad adulta, su natural sensibilidad. Pero la esencia natural del ser humano, su sensibilidad, sigue viva, muchas veces luchando por salir de su ostracismo. La esencia innata de su alma sobrevive como un ángel dormido.

miércoles, 8 de mayo de 2024

EL DOLOR QUE NO ADMITE HUÍDA…


“Aislarnos o meternos en una actividad frenética puede bajar
momentáneamente la intensidad de las emociones difíciles,
pero a la larga tiene dos efectos secundarios graves. El primero
es que las emociones de las que tratamos de apartarnos se van
acumulando en nuestro interior. El segundo es que el aislamiento
y todos los métodos de anestesia acaban generando más sensaciones
negativas, aunque no nos demos cuenta”


Anabel González (1967 - …)



Foto de Ekaterina Kuznetsova en Unsplash
Poco se puede añadir a lo que dice la propia la excelente psicóloga Anabel González, pero fiel a mis defectos agregaré alguna nota suelta.

La primera es para destacar que Anabel realmente está hablando sobre la inutilidad de huir de lo que sentimos. Concretamente del malestar o el dolor. Todo el dolor que nos produce algo se va acumulando mientras no lo solucionemos de alguna forma. De alguna forma ese dolor está esperando su momento para aflorar y crearnos un gran daño.

La segunda nota se refiere a que no hay alternativa válida a la de sanar el dolor. Teniendo en cuenta, además, que si se trata de situaciones traumáticas, suele ser muy difícil que el dolor desaparezca completamente. A lo más que normalmente podemos aspirar es a convivir en un pacto de no agresión con ese dolor. Esta ahí, pero es llevadero.

Lo más trágico es que los niños no tienen la capacidad intelectual para comprender, afrontar y sanar el daño que reciben, como acertadamente analizó Alice Miller (1923 - 2010). Cuando un niño es maltratado o sufre de desamor solo encuentra un recurso: el de pedir lo que necesita sin argumentarlo, y el de plegarse a lo que hay si su petición es inútil o le crea perjuicios. Hablemos claro: el último recurso de un niño es el de la sumisión.

Una sumisión que en muchas ocasiones llega a la edad adulta, y que se perpetúa en la pretensión de recibir el amor o el respeto que no se tuvo en la infancia. Una sumisión no resuelta que solo consigue añadir más y más dolor a medida que se recibe siempre la misma respuesta, pues sus padres o preceptores no cambiarán nunca o en muy contadas ocasiones.

Un adulto perdido en este círculo vicioso corre el riesgo de refugiarse permanentemente en su dolor y en su sumisión, por muy inverosímil que pueda parecer. Y es que intentar sanearlo les desplaza de lo conocido y les sumerge en las arenas movedizas de lo desconocido, algo que les produce aún más dolor debido al poco aprecio que tienen de sí mismos y a su enorme inseguridad.

Y advierto de algo muy serio: cuando conozcamos a un adulto así, no veamos en el a un ser carente de valentía. Veamos la realidad: al heredero de un niño que no pudo superar sus traumas y que no tuvo la oportunidad de sanear y enderezar su vida. Démosle lo que necesita: comprensión, amor y cuidados.

Y no olvidar: la esperanza siempre está ahí...


“Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos”


Alejandra Pizarnik (1936 - 1972)
De ”El despertar”



Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Akitsugu Fukushima - Kioku
(por Akitsugu Fukushima - Tema)



lunes, 1 de abril de 2024

LOS ÁNGELES VIVEN ENTRE NOSOTROS…


“Quien no ve en los niños un ángel
es que no ha aprendido lo esencial de la vida
y de la belleza de vivir…”


Emilio Muñoz

“…conservaré en mis sueños más secretos
siempre el plegarse de esas alas,
que como un ciprés blanco
quedaban detrás de él...”


Rainer Maria Rilke (1875 - 1926). Austria - Alemania
De “Canciones de los ángeles”



Foto de Annie Spratt en Unsplash
La siguiente reflexión nace del hecho de que se ha dudado (en privado y muy cordialmente) de mi propuesta sobre la conveniencia de que se deje a los niños ser niños. Se apoyaba mi contertulio en el hecho cierto de que hay que ir guiando a los pequeños hacia la edad adulta para que puedan afrontar con suficiencia las dificultades que les irán surgiendo.

Estoy totalmente de acuerdo con que hay que ayudar a los niños, pero supongo que no lo estoy ni en la forma, ni en los plazos. Especialmente porque algo tan apasionante como educar se ha convertido en un estorbo para bastantes adultos, preocupados en temas más mundanos, y porque en demasiadas ocasiones se intenta convertir al niño en depositario de las ambiciones y de los sueños no alcanzados por sus padres. ¡Terrible error éste!

Es cierto que hay que ayudar al niño, pero cuando surjan las inquietudes que requieran nuestra intervención. ¡Nunca antes! Dejemos que los niños sean niños y que protagonicen su propio desarrollo a medida que vaya despertando en ellos las dudas, las inquietudes y la necesidad de saber. Llegado el momento adecuado para ellos avanzarán sorprendentemente rápidos.

Al niño le debemos dar protección, cuidados e infinitas dosis de comprensión y amor. Un niño se tiene que sentir reforzado en su papel de niño, y jamás desautorizarlo por no aprender al ritmo que deseen sus padres o tutores. Y cuando llegue la hora de sus preguntas, se les debe mostrar cómo es el mundo, sin ocultarles la realidad, buena o mala, sin anticipar nada; solo ampliando su visión en función de sus dudas.

Foto de Silvana Carlos en Unsplash
¿Y qué hacer con aquella realidad que pueda inquietar y atemorizar al niño? Muy fácil: demostrarle que está bajo nuestra protección, y que con nuestra ayuda llegará un día en que se bastará por sí mismo para desenvolverse en este mundo de oportunidades y afrontar cualquier amenaza.

¿Cómo realizar ese recorrido? Dejando que el niño comprenda cómo es el mundo, mostrándole toda la belleza que hay en él, pero sin ocultarle el dolor que también lo habita. Dejar que vaya asimilando la realidad tal cual es, cuando llegue el momento oportuno, sin falsearla. Y cuando quiera empezar a posicionarse, y pida alternativas, mostrarle las alternativas que se puede encontrar en unas personas o en otras, para que sea él, y solo él, quien elija la que le convenza más. ¿Y si nos pide nuestra posición? Dársela, pero dejando claro que solo es la nuestra, que es él quien decide en qué creer y qué hacer.

Por último, siempre he considerado que hay cuatro principios básicos que transmitir a los niños y jóvenes de tal manera que puedan juzgar por sí mismos cualquier pensamiento, sentimiento, idea o acto:

  1. Haz aquello que te acerque a la felicidad.
  2. Pero duda y cuestiona todo, empezando por tus propias creencias, y continuando por las mías.
  3. Solo te debe valer aquello que no haga daño a los demás (pero sin que eso suponga servidumbre alguna hacia los demás)
  4. Si quieres disfrutar de los demás, algo imprescindible para que te sientas bien, deja que los demás disfruten de ti… compartiendo generosamente, con sincero afecto, todo lo que os une.

Un niño debe ser el protagonista de su propio desarrollo, de sus elecciones, y de sus consecuencias. Cuando empiece a caminar “intelectualmente” habrá que ayudarle para que no sufra un gran traspiés, pero habrá que dejarle que tenga sus propios éxitos y fracasos… hasta llegar a ser él mismo.

Si queremos educar a seres potencialmente felices y que sean los artífices de un mundo mejor, estoy convencido de que no existe otro camino. Pero solo si se les deja crecer libres y fortalecer su sana personalidad.

Y es que no nos damos cuenta de que los ángeles viven entre nosotros. Bueno sería desprendernos de nuestro orgullo de adultos, reconocerlos, y dejar que nos enseñen a construir un mundo mejor. Solo ellos saben, sin saber que lo saben, cómo hacerlo. Es innato a su humana esencia…


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Michael FK - Inside Our Hearts
(por Infinity Hits)



viernes, 22 de marzo de 2024

UNA VERDADERA APUESTA POR LOS NIÑOS Y LA NIÑEZ


“Todo aquel al que de pequeño pegaron
es vulnerable al miedo,
y todo aquel que de peque no experimentó el amor
a veces lo anhela durante toda su vida”


Alice Miller (1923 – 2010)



Foto de Leo Rivas en Unsplash
Lo que he vivido, lo que he visto, lo que he leído, lo que he hablado, todo ello me lleva a pensar que, efectivamente, a Alice Miller le asiste totalmente la razón al ser tan categórica en sus afirmaciones. Pero debe tenerse en cuenta el filtro que aplica la propia autora, formada en psicología, filosofía y sociología, y especializada en psicoanálisis y en la problemática de la niñez. De la misma forma, no deseo generalizar, y que quienes lean este artículo se sientan cuestionados. Solo es una llamada a la reflexión personal sin prejuicios y, en menor o mayor medida, valiente.

Porque debemos ser valientes en el análisis de la delicada situación de nuestro mundo, algo que no es nuevo y que nos incumbe a todos, de tal forma que podamos indagar sobre su relación con el desapego, el desamor y la violencia hacia los indefensos niños. Alice Miller no reflexiona solo sobre las consecuencias de la violencia ejercida sobre los niños. Yo tampoco. Recalca, y recalco, las importantes y negativas repercusiones del desamor, cuando este se produce. Recomiendo leer detenidamente a Alice y descubrir su sorprendente clarividencia.

El objetivo de la educación nunca debe ser disciplinar al niño en la observancia de exigencias que no contribuyen a su felicidad y que ni siquiera puede entender mínimamente. Un niño está falto de una herramienta tan básica (y tan mal utilizada por los adultos) como la razón y la lógica, pero está suficientemente dotado para entender de emociones y para ser solidario en caso de ser necesario. Es en este plano en el que nos debemos mover con los niños en sus primeros años de vida.

Si queremos conseguir que este mundo sea un lugar donde se reduzca la violencia, del tipo que sea, a su mínima expresión, donde se conviva en armonía con la naturaleza, sin destruirla, y donde el progreso y la riqueza sean bienes mejor distribuidos entre toda la población, considero indispensable que hagamos una clara apuesta por los niños y la niñez, actuando de tal manera que consigamos, al menos, tres cosas imprescindibles: que se les deje ser niños en la niñez, que se vele por su felicidad hasta alcanzar la edad adulta, y que se les permita desarrollar plenamente su personalidad siendo protagonistas de su adolescencia, juventud y desarrollo vital.

Para ello los adultos debemos mejorar sustancialmente en la relación que mantenemos con los niños. Necesitamos reflexionar, y afrontar muy seriamente las razones que están en el origen de los problemas de la humanidad. Necesitamos dejar de mirar para otro lado y tener el coraje de descubrir la realidad tal y como es. Y necesitamos hacer una revisión especialmente seria y profunda de nuestros valores (existentes o inexistentes) y de nuestra ¿destructiva? forma de vida.

Y voy un paso más allá, como siempre: la apuesta debe ser también por alcanzar la “niñez madurada” en los adultos. Eso es lo que más nos ayudará a comprender, aceptar, cuidar y educar adecuadamente a los niños, nuestros y ajenos.


“Pegar a un niño es siempre un maltrato de consecuencias graves
que a menudo duran toda una vida. La violencia padecida
se almacena en el cuerpo del niño y, más tarde, el adulto
la dirigirá hacia otras personas o incluso hacia pueblos enteros,
o bien contra sí mismo, lo que le llevará a depresiones
o a serias enfermedades, a la drogadicción, al suicidio
o a la muerte temprana”


Alice Miller (1923 – 2010)


“¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!”


Federico García Lorca (1898 – 1936) España
De “Canción Otoñal”



Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



One Hundred Years – New morning
(por One Hundred Years - Tema)



jueves, 7 de marzo de 2024

ENCENDER LA LUZ (DE LA VIDA...)


6. Si en la niñez son los sueños puros y los juegos imaginativos;
si en la juventud construimos castillos de ilusiones y palacios de utopías,
ya adultos sólo aspiramos a conservar, desarrollar y recordar
lo poco bueno que nos dio la vida.


Marco Antonio Campos (1949 - …)
De "Árboles"



Foto de Natalia Sobolivska en Unsplash
Hace ya tiempo, hablando de las contrariedades que encontramos en la vida y de esas decepciones que sufrimos con nuestros sueños, propósitos o personas, proponía que no encontráramos en la renuncia la forma de sanar el dolor, pues la renuncia a lo más bello que somos y podemos ser, es la renuncia a vivir.

Y siguiendo este planteamiento, optaba por hacernos fuertes en la riqueza que siempre nos da la vida, como respuesta a todas las dificultades y desencantos, pues buscar el refugio de no exponernos a los contratiempos siempre nos termina trayendo más desconsuelo a la larga.

Sin duda, no nos damos cuenta de que la valentía, por muchas heridas que lleve aparejada, siempre nos hace más fuertes y nos atrae apoyos, mientras que la soledad del refugio nos va debilitando y encogiendo física, mental, emocional y espiritualmente.

Cuando en nuestra cotidianidad nos empieza a inundar la oscuridad, encendemos la luz. ¡Le damos un toque al interruptor! Nos hacemos visibles y reconocibles. Y deberíamos hacer siempre lo mismo respecto a cuestiones que marcan tanto nuestra vida como la espiritualidad, la emocionalidad, y la vida en común o comunitaria: cuando nos falte la luz no deberíamos acostumbrarnos a la oscuridad, sino que deberíamos iluminar nuestra existencia. ¿Con qué? ¡Con la luz de nuestras convicciones, de nuestra confianza, de nuestros afectos, de nuestra generosidad, por supuesto!

Foto de Diego PH en Unsplash
Y es que, al final, la mejor solución es recurrir a nuestra propia luz interior, y con ella iluminar nuestra vida y la de todos aquellos seres que nos acompañan. Recuperar la ilusión y la ingenuidad (indispensable, pues si no es así, terminamos cayendo en el derrotismo), para vivir sorteando todos los inconvenientes y conflictos; y para disfrutar todo lo que sea posible, con humildad y sencillez.

En resumen, mi propuesta trata de conservar o recuperar el espíritu de nuestra niñez (nuestro ángel dormido), entregarnos a la vida con intensidad, y dar mucha guerra (toda la que podamos, y de la sana) que el alma no tiene edad. Y que las ganas de vivir con esa misma pasión que derrochamos en nuestra niñez, no debería tener fecha de caducidad. Renunciar… ¡¿por qué?!


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Luis Álvarez - Anemos (Rework)
(por Luis Álvarez - Tema)



martes, 20 de febrero de 2024

NIÑEZ: EL VERDADERO REGRESO AL FUTURO
(Y EL ARRIESGADO EQUILIBRIO DE LAS INTELIGENCIAS)



“Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raíces,
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.
No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clínica y selva de la anatomía.
Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.
Y tu niñez, amor, y tu niñez.”


Federico García Lorca (1898 – 1936). España
De “Poema de la soledad”



Foto de Rod Long en Unsplash
1. ¿Qué es eso de “regresar al futuro”?

¿Por qué la niñez es un regreso? Porque nunca deberíamos haber abandonado el sano, ilusionante y benefactor espíritu de la niñez. Abandono que considero que se transforma en una gran pérdida. Es curioso observar cómo ese regreso al espíritu de la niñez (un intento en el que me veo yo mismo voluntariamente involucrado desde hace meses) raramente se hace de forma consciente y voluntaria, pero sí termina por realizarse de forma inconsciente e involuntaria. Me explicaré…


2. Las dos inteligencias.

Desde hace un tiempo vengo defendiendo que el niño llega a este mundo emocionalmente preparado. Es decir, su inteligencia emocional, aun siendo simple, es plenamente efectiva para lo que es su inteligencia cognitiva (coeficiente intelectual, por usar un término más común), que está aún por desplegar.

Con el tiempo, su inteligencia cognitiva se va desarrollando, aunque yo pongo muchas reservas a la capacidad de generar felicidad de ese proceso, tanto para el propio ser pensante como para los demás. Aspecto este que podemos comprobar a poco que miremos honestamente la evolución de la humanidad, tan impregnada de violencia y de traumas.


3. Aparece en escena una tercera inteligencia.

Esa dificultad para vivir felices se debe, en mi opinión, a la negativa aportación de lo que yo llamaré “la inteligencia social”, compuesta por los rasgos de la mentalidad, la cultura, los valores, los prejuicios, etc, que dominan las relaciones humanas en la sociedad, y que se transmiten, con mayor o menor número de variaciones, de una generación a la siguiente. Se trata, por tanto, de una inteligencia colectiva.

La inteligencia social suele dominar, normalmente de forma aplastante, la evolución y experiencia del ser humano, pues condiciona de forma definitiva la inteligencia cognitiva y la inteligencia emocional de los individuos. Por supuesto, esa conexión predeterminada entre inteligencias no cubre todos los casos. Se construyen excepciones, de una forma especial entre las personas de una alta sensibilidad, en quienes la emocionalidad no ha dejado de tener un papel relevante.


4. La fuerza del destino y el fin del engaño.

Sin embargo, por mucha importancia que tenga en una persona la inteligencia social y su inteligencia cognitiva, su reinado tiene un final anunciado cuando el funcionamiento de nuestra mente se va deteriorando al llegar a la vejez. Ante este retroceso, en los años finales de nuestra vida, la inteligencia emocional vuelve a recuperar su inicial protagonismo. El ser humano regresa a la autenticidad y sencillez de sus emociones y sentimientos, más básicos y nobles. Vuelve a necesitar ser protegido, a su natural afabilidad, o a sus quejas cuando se siente especialmente vulnerable. En estos casos, solemos decir que los ancianos se comportan como niños. Y supongo que no hace falta decir que, si no hay accidentes previos, todos pasamos por esa etapa en la vida.


5. Regreso al futuro: despertar al ángel dormido y recuperar nuestra esencia humana.

La niñez siempre nos ha estado esperando desde que erróneamente lo abandonamos. En realidad, como ocurre con los mamíferos superiores, nunca deberíamos abandonar la emocionalidad ligada a la infancia, y su enorme capacidad para construir una vida sana, unas relaciones interpersonales gozosas y unas sociedades que impulsen nuestro bienestar a todos los niveles. Se podría decir que es la clave para un mundo mejor y más sostenible. Así lo creo yo.

Sin embargo nuestra estupidez termina por asociar nuestra madurez a nuestro egoísmo, a nuestra competitividad, a nuestra supremacía, a nuestra capacidad de consumo, a nuestro atesoramiento de bienes materiales… Y mientras tanto, ese egoísmo nos aísla, nos aboca a la soledad, nos llena de experiencias aparentemente tristes pero, en realidad, frustrantes y dolorosas.

Una vez abandonada esa senda, el regreso al espíritu de la niñez se convierte en condición imprescindible para recuperar nuestra más esencial personalidad, nuestros verdaderos sueños, nuestro auténtico ser, nuestra bella y luminosa vida…


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Simeon Walker– Turn
(por Simeon Walker)



sábado, 10 de febrero de 2024

NO RENDIRSE… (DESPERTAR AL ÁNGEL DORMIDO)


“6. Si en la niñez son los sueños puros y los juegos imaginativos;
si en la juventud construimos castillos de ilusiones y palacios de utopías,
ya adultos sólo aspiramos a conservar, desarrollar y recordar
lo poco bueno que nos dio la vida”


Marco Antonio Campos (1949 - …). México
De "Árboles"


“7. Cuando vaciles bajo el peso del dolor, y estén ya secas las fuentes de
tu llanto, piensa en el césped que brilla tras la lluvia; cuando el
resplandor del día te exaspere, y llegues a desear que una noche sin
aurora se abata sobre el mundo, piensa en el despertar de un niño”


Omar Jayam (1048 – 1131). Persia
De “Rubaiyat”


Foto de Manuel bonadeo en Unsplash
Hace ya tiempo, hablando de las contrariedades que encontramos en la vida y de esas decepciones que sufrimos con sueños, propósitos o personas, proponía que no encontráramos en la renuncia la forma de sanar el dolor, pues la renuncia a ser lo que somos y queremos ser, es la renuncia a vivir.

Y siguiendo este planteamiento, optaba por hacernos fuertes en la riqueza que siempre nos aporta la vida, como respuesta a todas las dificultades y desencantos, pues buscar el refugio de no exponernos a los contratiempos siempre nos termina acarreando más desconsuelo a la larga.

Sin duda, no nos damos cuenta de que la valentía, por muchas heridas que nos traiga, siempre nos hace más fuertes y nos atrae apoyos, mientras que la soledad del refugio va empequeñeciendo nuestra experiencia vital y debilitando nuestra fortaleza. La cantidad de casos que conozco es notable, especialmente en el caso de personas muy sensibles.

Por eso, desde esta pequeña plataforma de mi blog, apenas un granito de arena en el universo emocional, yo animo a mantener el ejemplo de niños y animales, que siguen su instinto y dan vida a su impulso vital. Y aliento a todos los adultos que se nos durmió el niño que llevamos dentro, a despertarlo, a fortalecerlo, a prepararlo para nuevas adversidades, pues en su autenticidad encontramos las mayores fortalezas. Y así vivir con la sana expectativa de que la belleza está ahí fuera, aguardando nuestra visita.

La vida siempre nos está esperando para llenarnos de gozo y fortaleza. Lo veo diariamente en todas aquellas personas que no se rinden a pesar de tener que lidiar con enormes dificultades. Despliegan optimismo, ilusión, humildad, sencillez, entusiasmo, alegría… y un infinito amor a la vida. Justo las herramientas que utilizan los niños, y que también veo en muchos animales. Y es que nacemos con ellas, y siempre están a nuestra disposición aunque con el tiempo y las dificultades nos olvidemos de ellas. Reconozco que exige mantener una actitud ante la vida que en muchas ocasiones resulta pesada y, a veces, demasiado onerosa, pero siembra de bellas posibilidades y fortalezas el futuro. Sin duda es el camino…

Vivir, en este mundo, es siempre sinónimo de luchar, de esfuerzo continuo, de resistencia, de constante siembra. Hagámoslo… como si fuera un juego, un reto infantil…

Pensemos en el despertar del niño…


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



TWO LANES – Luminous
(por TWO LANES)



EL DOLOR QUE NO ADMITE HUÍDA…

“Aislarnos o meternos en una actividad frenética puede bajar momentáneamente la intensidad de las emociones difíciles, pero a la larga t...