Cuando un niño reprime su naturaleza, ya sea debido a que no es aceptado, protegido y / o amado; o simplemente porque se le educa para sobrevivir y destacar en nuestro competitivo mundo, ese niño esconde, olvida, e incluso llega a rechazar en la edad adulta, su natural sensibilidad. Pero la esencia natural del ser humano, su sensibilidad, sigue viva, muchas veces luchando por salir de su ostracismo. La esencia innata de su alma sobrevive como un ángel dormido.

viernes, 17 de noviembre de 2023

MI CABALLERO… (DE JOSÉ MARTÍ)


“Hijo:
Espantado de todo, me refugio en ti.
Tengo fe en el mejoramiento humano,
en la vida futura, en la utilidad de la virtud,
y en ti”


De la dedicatoria del libro


“¿Mi musa? Es un diablillo
con alas de ángel.
¡Ah, musilla traviesa,
qué vuelo trae!”


De “Musa traviesa”


“¡Tú flotas sobre todo,
hijo del alma!”


De “Hijo del alma”


José Martí (1853 – 1895)
Todo incluido en su libro “ismaelillo”,
con poemas a su hijo



José Martí y su hijo (Internet)
Nuevamente traigo hasta aquí a José Martí, uno de los ejemplos más maravillosos de humanidad que he conocido en mi vida, y del que deberían aprender tantos y tantos líderes políticos en todo el mundo.

Su humanidad (su bello humanismo) se puede apreciar claramente en este poema, dedicado a su único hijo (varón y reconocido, que tuvo de su matrimonio con Carmen Zayas; pues se le atribuye la paternidad de María Mantilla, fruto de su relación secreta con Carmen Miyares): José Francisco Martí (1878 – 1945), apodado “Ismaelillo”. La infinita ternura con la que describe el amor por su hijo, y su relación con él, es una inconfundible muestra del talante y de los valores del líder revolucionario cubano. Es un inmenso ejemplo, también, de cómo cuidar y amar a los niños, del que deberíamos aprender todos, más aun hoy en día.

Nunca será suficiente el reconocimiento que se pueda dar a seres humanos tan excepcionales como él, maestro en el arte de vivir, amar, dar ejemplo y educar.


Gracias por descubrirme el lado humano de Martí y por regalarme tanto de él, ¡mi querida amiga de tantos años, Mayra! (“Mientras vuela el alma”)



Por los mañanas
mi pequeñuelo
me despertaba
con un gran beso.

Puesto a horcajadas
sobre mi pecho,
bridas forjaba
con mis cabellos.

Ebrio él de gozo,
de gozo yo ebrio,
me espoleaba
mi caballero:

¡Qué suave espuela
sus dos pies frescos!
¡Cómo reía
mi jinetuelo!

Y yo besaba
sus pies pequeños,
¡Dos pies que caben
en sólo un beso!

José Martí (1853 – 1895)


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

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(original autentificado)



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