“Quien no ve en los niños un ángel
es que no ha aprendido lo esencial de la vida
y de la belleza de vivir…”
Emilio Muñoz
“…conservaré en mis sueños más secretos
siempre el plegarse de esas alas,
que como un ciprés blanco
quedaban detrás de él...”
Rainer Maria Rilke (1875 - 1926). Austria - Alemania
De “Canciones de los ángeles”
es que no ha aprendido lo esencial de la vida
y de la belleza de vivir…”
Emilio Muñoz
“…conservaré en mis sueños más secretos
siempre el plegarse de esas alas,
que como un ciprés blanco
quedaban detrás de él...”
Rainer Maria Rilke (1875 - 1926). Austria - Alemania
De “Canciones de los ángeles”
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Foto de Annie Spratt en Unsplash |
Estoy totalmente de acuerdo con que hay que ayudar a los niños, pero supongo que no lo estoy ni en la forma, ni en los plazos. Especialmente porque algo tan apasionante como educar se ha convertido en un estorbo para bastantes adultos, preocupados en temas más mundanos, y porque en demasiadas ocasiones se intenta convertir al niño en depositario de las ambiciones y de los sueños no alcanzados por sus padres. ¡Terrible error éste!
Es cierto que hay que ayudar al niño, pero cuando surjan las inquietudes que requieran nuestra intervención. ¡Nunca antes! Dejemos que los niños sean niños y que protagonicen su propio desarrollo a medida que vaya despertando en ellos las dudas, las inquietudes y la necesidad de saber. Llegado el momento adecuado para ellos avanzarán sorprendentemente rápidos.
Al niño le debemos dar protección, cuidados e infinitas dosis de comprensión y amor. Un niño se tiene que sentir reforzado en su papel de niño, y jamás desautorizarlo por no aprender al ritmo que deseen sus padres o tutores. Y cuando llegue la hora de sus preguntas, se les debe mostrar cómo es el mundo, sin ocultarles la realidad, buena o mala, sin anticipar nada; solo ampliando su visión en función de sus dudas.
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Foto de Silvana Carlos en Unsplash |
¿Cómo realizar ese recorrido? Dejando que el niño comprenda cómo es el mundo, mostrándole toda la belleza que hay en él, pero sin ocultarle el dolor que también lo habita. Dejar que vaya asimilando la realidad tal cual es, cuando llegue el momento oportuno, sin falsearla. Y cuando quiera empezar a posicionarse, y pida alternativas, mostrarle las alternativas que se puede encontrar en unas personas o en otras, para que sea él, y solo él, quien elija la que le convenza más. ¿Y si nos pide nuestra posición? Dársela, pero dejando claro que solo es la nuestra, que es él quien decide en qué creer y qué hacer.
Por último, siempre he considerado que hay cuatro principios básicos que transmitir a los niños y jóvenes de tal manera que puedan juzgar por sí mismos cualquier pensamiento, sentimiento, idea o acto:
- Haz aquello que te acerque a la felicidad.
- Pero duda y cuestiona todo, empezando por tus propias creencias, y continuando por las mías.
- Solo te debe valer aquello que no haga daño a los demás (pero sin que eso suponga servidumbre alguna hacia los demás)
- Si quieres disfrutar de los demás, algo imprescindible para que te sientas bien, deja que los demás disfruten de ti… compartiendo generosamente, con sincero afecto, todo lo que os une.
Un niño debe ser el protagonista de su propio desarrollo, de sus elecciones, y de sus consecuencias. Cuando empiece a caminar “intelectualmente” habrá que ayudarle para que no sufra un gran traspiés, pero habrá que dejarle que tenga sus propios éxitos y fracasos… hasta llegar a ser él mismo.
Si queremos educar a seres potencialmente felices y que sean los artífices de un mundo mejor, estoy convencido de que no existe otro camino. Pero solo si se les deja crecer libres y fortalecer su sana personalidad.
Y es que no nos damos cuenta de que los ángeles viven entre nosotros. Bueno sería desprendernos de nuestro orgullo de adultos, reconocerlos, y dejar que nos enseñen a construir un mundo mejor. Solo ellos saben, sin saber que lo saben, cómo hacerlo. Es innato a su humana esencia…
Emilio Muñoz
Un ángel dormido...
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