“Muchos de mis clientes, tras empaparse un poco de
psicología popular, creen que los pensamientos «positivos»,
como «Me gusta mi trabajo», nos hacen felices,
mientras que los pensamientos negativos,
como «Detesto mi trabajo», nos hacen infelices.
Pero una afirmación optimista puede ser como
un asesinato del alma si sabes que no es cierta,
mientras que un pensamiento supuestamente «negativo»
puede liberarte para experimentar la alegría”
Martha Beck (1962 - …). USA
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Visto lo visto, las enseñanzas de la genial Martha Beck en esta “sencilla” cita son de una importancia inimaginable.
Lo primero, se trata de una crítica que desnuda y desmonta uno de los mitos de nuestro tiempo: que hay que ser positivo en la vida hasta cuando la vida no es positiva. ¡Qué torpeza!
Es cierto que en la vida hay que tener una actitud positiva. ¡Eso que no falte jamás! Pero no hasta el punto de engañarnos. Los errores jamás dejarán de ser errores por mucho que los neguemos. Y lo mismo ocurre con los problemas, los accidentes, los incidentes y cualquier experiencia similar. Es un gran error recurrir a eslóganes positivistas cuando para evitar afrontar la desagradable realidad. El autoengaño solo sirve para hacernos seres débiles.
De la misma forma, lo importante no es decirse que “todo va a ir bien”, sino decirse que “voy a hacer todo lo posible para que vaya bien”. No estamos en una competición para demostrar que somos autosuficientes y exitosos. Humildad…
Y para poder hacer todo lo posible, lo primero es reconocer los problemas o debilidades que tenemos. Y aquí chocamos con otro mantra social que nos muestra hasta qué punto nos complicamos la vida: tenemos que mostrar al mundo que somos felices, además de exitosos. Cuando algo no va bien tenemos que ponernos la careta para disimular. ¡Qué agotamiento!
La realidad es que cuando reconocemos la realidad, sea cual sea, nos damos la oportunidad de trabajar en cambiarla a mejor, en lugar de esforzarnos por disimularla, algo que no sirve para nada y nos carga de trabajo.
Y lo peor de todo es que el ser humano es especialista en vivir en la irrealidad, de tal manera que aprende a mostrarse feliz cuando en realidad vive sumergido en una realidad que no expresa sus verdaderos sentimientos y deseos. Por mucho que intente convencerse una persona, jamás se sentirá bien si renuncia a su verdadera esencia por adaptarse a una realidad acomodaticia. Tarde o temprano se romperá… Los altos niveles de frustración que asoman tras los elevados consumos de ansiolíticos (España es el primer o segundo consumidor mundial en relación a su población) con el fin de atenuar los problemas de sueño, de ansiedad y de depresión, son la prueba más palpable de lo que digo.
Y mientras tanto los niños pequeños, felices. No se preocupan por demostrar algo (excepto cuando la educación que se les da falla), simplemente viven su espontánea, natural y bella personalidad. Disfrutan, y le dan la espalda a las complicaciones, si pueden. O, como decía un antiguo compañero de trabajo: “tiran de la cadena” (la cadena del inodoro, por supuesto, que antiguamente tenían cadena para desaguar) Me refiero al inodoro mental, que le sobrecargamos de complicaciones.
Aprendamos los adultos, y eduquemos bien a los jóvenes… ¡Y no asesinemos al alma!
Emilio Muñoz
Un ángel dormido...
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(por Christopher Galovan)