Cuando un niño reprime su naturaleza, ya sea debido a que no es aceptado, protegido y / o amado; o simplemente porque se le educa para sobrevivir y destacar en nuestro competitivo mundo, ese niño esconde, olvida, e incluso llega a rechazar en la edad adulta, su natural sensibilidad. Pero la esencia natural del ser humano, su sensibilidad, sigue viva, muchas veces luchando por salir de su ostracismo. La esencia innata de su alma sobrevive como un ángel dormido.

29 de septiembre de 2024

LA SABIDURÍA DEL NIÑO: EL ARTE DE SER UNO MISMO, Y SER FELIZ


“Estas palabras (…) me confirman que, en las cuestiones esenciales,
nadie enseña a nadie; que la tarea filosófica consiste solo en dar
a luz lo que todos ya sabemos en el fondo de nosotros mismos;
que el saber filosófico ―en expresión de Sócrates―
no es más que recordar”

Mónica Cavallé (1967 - …)


Foto de MI PHAM en Unsplash
Los niños no han aprendido a ser felices y, sin embargo, lo son si se les deja ser lo que realmente son: niños.

Creo firmemente que no podemos acercarnos a la felicidad (a esa plenitud de vivir) si no cultivamos eso que Mónica Cavallé llama “el arte de ser uno mismo”, algo que, como dice esta filósofa parafraseando a Sócrates, no necesitamos aprender, sino recordar… Yo concretaría diciendo que necesitamos redescubrirlo.

Y lo necesitamos redescubrir porque en ese, habitualmente erróneo, viaje a la edad adulta nos olvidamos de lo esencial, de lo que da sentido a toda una vida, de lo que nos puede hacer vibrar de felicidad. ¿Qué es?

No es lo mismo ser adultos que ser niños, es cierto. Pero cada día estoy más convencido de que la edad adulta no debería implicar un abandono de aquello que somos en la niñez, sino que lo debería incluir, integrar y enriquecer. No deberíamos sustituir unos rasgos por otros, sino que deberíamos ampliarlos. A eso sí que lo podríamos llamar “crecimiento personal” o “proceso de maduración”: crecer desde lo que éramos al nacer. Pero para eso deberíamos educar evitando destruir los rasgos más bellos del niño, aquellos que realmente definen lo mejor de nuestra humanidad. Y hacer que tengan una infancia feliz: protección, cuidados y toneladas de amor.

Tal y como lo expongo, recuperar el espíritu de la niñez ese incierto y difícil viaje en el que yo me embarqué hace ya un par de años es, en realidad, un viaje a esa auténtica felicidad. No la felicidad de tener, sino la felicidad de ser… de ser lo que uno verdaderamente es desde que nació, o desde antes de nacer. Y es la felicidad de poder expresar, y expresar, lo que realmente le ilusiona y le emociona a uno mismo.

Con tan solo expresar estas creencias me invade una inmensa sensación de paz y confianza. Algo en mí interior me dice que ese camino, el de regreso para recordar y recuperar lo que al nacer fui, es el buen camino…


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Christopher Galovan - Family time...
(por Christopher Galovan)



22 de septiembre de 2024

SOBRE LA CORRECTA EDUCACIÓN Y CUIDADO DE LOS NIÑOS.
REFORMULANDO IDEAS


“La enseñanza que deja huella no es
la que se hace de cabeza a cabeza
sino de corazón a corazón”

Howard C. Hendricks (1924 – 2013)


“La educación es el arma más poderosa
que puedes usar para cambiar el mundo”

Nelson Mandela (1918 – 2013)


“La primera tarea de la educación es agitar la vida,
pero dejándola libre para que se desarrolle”

María Montessori(1870 – 1952)


Foto de Amber Weir en Unsplash
Al leer un acertado comentario de nuestra querida amiga Enca Gálvez en el post anterior, he vuelto a replantearme y reformular lo que pienso sobre el buen cuidado y la correcta educación de los niños, algo que hago continuamente, pues no dejo de leer, escuchar y reflexionar sobre el tema.

Es un tema complejo, por supuesto. Y mi posición es un tanto diferente a lo que encontramos en la sociedad, aunque al haber diferentes posiciones, me acerco más a unos planteamientos y me alejo más de otros. Voy con ello…

Contestaba a Enca que los adultos “no somos conscientes de hasta qué punto nuestro papel es crucial en la felicidad de los niños y en favorecer, a través de ellos, un mundo mejor” Cada día estoy más convencido de ello. Pero la cuestión no es solo saberlo, porque no es suficiente, sino actuar de acuerdo a ello, algo más dificultoso.

En función de nuestra actitud, disposición y actuación, un niño verá reforzado su maravilloso espíritu innato o, por el contrario, provocaremos que vaya perdiendo su más bella y mejor esencia humana, contaminándolos con nuestros prejuicios, miedos y desconfianzas. Incluso haciéndoles un daño que puede perdurar por toda una vida debido a la desprotección o, directamente, al maltrato. Todo se da en nuestra sociedad.

Insisto una vez más: debemos permitir a los niños que sean como innatamente son. Por sí mismos irán descubriendo todo lo referente al bien y al mal, e irán afianzando sus principios y valores. ¿Cómo es esto posible? ¿Acaso son experimentados pensadores? No, no lo necesitan. Considero que es así porque los niños tienen un indicador infalible que no debemos desvirtuar con nuestras enseñanzas. A saber: se entristecen con la tristeza ajena, y se alegran con la alegría ajena. Si hacen daño y relacionan el dolor ajeno con sus actos, se sentirán culpables e instintivamente corregirán sus actos. Si, por el contrario, sus actos alegran a los demás, se sentirán reforzados a insistir en tales actos beneficiosos. Esto es así si deliberadamente, o inconscientemente, no alteramos su naturaleza.

Respecto a su proceso de maduración espiritual y ética, lo único que necesitamos hacer con los niños es ayudarles a clarificar qué relación existe entre el bien o el daño que hacen y sus actos. Nada más. No hace falta enseñarles valores para que actúen noblemente, de la misma forma que a los animales no hay que enseñarles a ser nobles: lo son innatamente.

¡Mucho cuidado con enseñarles valores! Muchas veces les enseñamos nuestros peores valores, como la envidia o el egoísmo, aún sin ser conscientes de ello. ¡Les perjudicamos como seres humanos! Si queremos un mundo mejor, es suficiente con no pretender cambiar la esencia innata de los niños.

Y, por supuesto, estamos obligados a satisfacer su infinita curiosidad. ¡Pero no la que nosotros deseamos que aprendan!, sino la que surja espontáneamente en ellos en función de sus intereses, inquietudes y vocaciones genuinamente personales. Desviarnos de sus motivaciones intelectuales es un enorme error, pues haremos de ellos seres insatisfechos, ingratos y dañinos para los demás. No somos conscientes del daño que hacemos y nos hacemos. Además, ellos sabrán ir construyendo su pirámide de conocimiento en base a su escala de valores e inquietudes. No hace falta que nosotros lo hagamos por ellos. No necesitan de nuestra manipulación. Dejemos que sean ellos mismos, pero si desean contrastar (¡solo contrastar!) con nosotros, podemos darles nuestra opinión.

¡Dejemos que los niños se conviertan en seres sanos, creativos y felices! Por favor… Confío plenamente que si tenemos este marco de actuación que he expuesto aquí resultará más fácil conseguirlo.


“Un niño puede enseñar tres cosas a un adulto:
a ponerse contento sin motivo,
a estar siempre ocupado con algo
y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”

Paulo Coelho (1947 - …)


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



The Ambientalist – Fable
(por The Ambientalist)



1 de septiembre de 2024

NIÑOS Y SENCILLEZ. CUANDO EL PENSAMIENTO POSITIVO NO LO ES


“Muchos de mis clientes, tras empaparse un poco de
psicología popular, creen que los pensamientos «positivos»,
como «Me gusta mi trabajo», nos hacen felices,
mientras que los pensamientos negativos,
como «Detesto mi trabajo», nos hacen infelices.
Pero una afirmación optimista puede ser como
un asesinato del alma si sabes que no es cierta,
mientras que un pensamiento supuestamente «negativo»
puede liberarte para experimentar la alegría”

Martha Beck (1962 - …). USA


Foto de Free Nomad en Unsplash
Uno de los grandes aciertos de los niños, aunque ellos no sean conscientes, es que no se complican la vida tanto como nos la complicamos los adultos. Y es curioso, porque ahora que lo pienso, yo me enredo en reflexiones complicadas buscando precisamente el buen camino, lo que me puede alejar de todo lo que no sea auténtico y realmente valioso. Pero no sé si avanzo en ello…

Visto lo visto, las enseñanzas de la genial Martha Beck en esta “sencilla” cita son de una importancia inimaginable.

Lo primero, se trata de una crítica que desnuda y desmonta uno de los mitos de nuestro tiempo: que hay que ser positivo en la vida hasta cuando la vida no es positiva. ¡Qué torpeza!

Es cierto que en la vida hay que tener una actitud positiva. ¡Eso que no falte jamás! Pero no hasta el punto de engañarnos. Los errores jamás dejarán de ser errores por mucho que los neguemos. Y lo mismo ocurre con los problemas, los accidentes, los incidentes y cualquier experiencia similar. Es un gran error recurrir a eslóganes positivistas cuando para evitar afrontar la desagradable realidad. El autoengaño solo sirve para hacernos seres débiles.

De la misma forma, lo importante no es decirse que “todo va a ir bien”, sino decirse que “voy a hacer todo lo posible para que vaya bien”. No estamos en una competición para demostrar que somos autosuficientes y exitosos. Humildad…

Y para poder hacer todo lo posible, lo primero es reconocer los problemas o debilidades que tenemos. Y aquí chocamos con otro mantra social que nos muestra hasta qué punto nos complicamos la vida: tenemos que mostrar al mundo que somos felices, además de exitosos. Cuando algo no va bien tenemos que ponernos la careta para disimular. ¡Qué agotamiento!

La realidad es que cuando reconocemos la realidad, sea cual sea, nos damos la oportunidad de trabajar en cambiarla a mejor, en lugar de esforzarnos por disimularla, algo que no sirve para nada y nos carga de trabajo.

Y lo peor de todo es que el ser humano es especialista en vivir en la irrealidad, de tal manera que aprende a mostrarse feliz cuando en realidad vive sumergido en una realidad que no expresa sus verdaderos sentimientos y deseos. Por mucho que intente convencerse una persona, jamás se sentirá bien si renuncia a su verdadera esencia por adaptarse a una realidad acomodaticia. Tarde o temprano se romperá… Los altos niveles de frustración que asoman tras los elevados consumos de ansiolíticos (España es el primer o segundo consumidor mundial en relación a su población) con el fin de atenuar los problemas de sueño, de ansiedad y de depresión, son la prueba más palpable de lo que digo.

Y mientras tanto los niños pequeños, felices. No se preocupan por demostrar algo (excepto cuando la educación que se les da falla), simplemente viven su espontánea, natural y bella personalidad. Disfrutan, y le dan la espalda a las complicaciones, si pueden. O, como decía un antiguo compañero de trabajo: “tiran de la cadena” (la cadena del inodoro, por supuesto, que antiguamente tenían cadena para desaguar) Me refiero al inodoro mental, que le sobrecargamos de complicaciones.

Aprendamos los adultos, y eduquemos bien a los jóvenes… ¡Y no asesinemos al alma!


Emilio Muñoz
Un ángel dormido...

© TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
(original autentificado)



Christopher Galovan - UNDER THE SUN
(por Christopher Galovan)



MI CORAZÓN DE NIÑO…

"La única manera de lidiar con este mundo sin libertad, es volverte tan absolutamente libre que tu mera existencia sea un acto de re...